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LIBRANOS, SEÑOR

                                                                                 “Virtus in medium est”                                                                                     Aristóteles

Líbranos, Señor, de los que hablan mucho y de los que no hablan nada.

     De los que jamás sonríen siquiera y de los que viven en medio de risotadas sin motivo.

     De los que nunca están mal y de los eternos insatisfechos. De los optimistas burriciegos y de los pesimistas anquilosados.

     De los probos por exceso y de los malos por defecto.

     De los aduladores espontáneos, calificadores de lo que desconocen, y de los “grandes insuperables” para quienes lo realizado por los demás no vale nada.

     Líbranos, de los que lo saben todo y de los que nada saben (aquéllos por hostigantes, éstos por papanatas).

     De los que leen, escriben y estudian tanto que no les ha quedado tiempo para aprender un poco.

     De los que creen tener la razón en todo lo que dicen y de los que a todas horas conceden esa razón como lo hacían los viejos peluqueros de los pueblos.

     De los “grandes incomprendidos” que en el desespero de sus imprecaciones le debitan a los demás la cuenta de sus desidias.

     De los frustrados y amargados, que nunca se toman la molestia de buscar el porqué de las torpezas, causa de sus angustias.

     Líbranos, Señor, de los omnipotentes que, a la manera de las Parcas, tejen y destejen el hilo de las vidas, que trafican con honras y conciencias, que han hecho de la insensibilidad su disciplina favorita.

     De los escandalosos, de esos que, desde el escondite de su anonimato, producen y reproducen palabras superlativas para prestigiar o desprestigiar a quienes se les antoja. Para quienes les queda fácil incluir entre los asesinos, ladrones, imbéciles o ignorantes a los que no son de su cuerda política, social o religiosa.

      De los aprendices de críticos, que argumentan encabezando con la palabra, “pero”, que tienen a la mano la solución exacta para todo, que son jueces de sentencias inapelables.

      Líbranos, de los petulantes y engreídos, de los cínicos, fanfarrones, necios y latosos, de los super eficientes, oportunistas y perfectos.

      Ah, Señor, y líbranos también de nosotros mismos, dueños de tantos defectos, y que, viviendo cómo vivimos, nunca seremos más de lo que somos.

Javier Gil Bolívar. Abril y 2021

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Publicado enCuentos

Un comentario

  1. Querubín de J. Lopera Agudelo Querubín de J. Lopera Agudelo

    Otra gran y magnífica producción LITERARIA de mi muy estimado JAVIER. Plenas e imperecederas FELICITACIONES. Al leer tus exquisitos ESCRITOS, es IMPOSIBLE INTERRUMPIR!!!!

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