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LA UTOPÍA DE LOS PENSARES

LA UTOPÍA DE LOS PENSARES

A diario oye uno cómo los alzados en armas, o sus voceros, invocan todo tipo de disculpas para aplazar o dilatar cualquier conversación que pretenda acercarlos a un cese de hostilidades, a terminar con la industria de la extorsión y el secuestro, a terminar con las muertes dadas por sentencias sin fórmula de juicio, a liberar a los secuestrados o a buscar, siquiera, una racionalización de esta lucha inútil y harto prolongada.

      No hay lugar de la patria que se acomode a sus normas de la seguridad, cuando todos estamos protegidos en cualquier parte de nuestra Colombia, excepto donde ellos hacen presencia. Y en el mundo, pocos lugares les sirven porque sienten su desadaptación en los países donde husmean el tufillo —agradable para muchos––, de las democracias, y que a ellos mal les huelen.

       Entre los integrantes de las distintas vertientes armadas, han tenido tiempo para concebir toda una serie de términos, de juegos de palabras, de circunstancias, de peticiones, de exigencias, un repertorio de argumentos aplicados a las coartadas con las que procuran hacernos creer que sus actuaciones y los males que se derivan de esas acciones son engendro del gobierno de turno, que nunca está constituido con los merecimientos, o con el caudal electoral que los categorice para dialogar con ellos.

         Esos grupos ilegales crean motivos para hacer que los diálogos se dilaten, se pospongan y se cancelen, buscando con todo que, los ruidos producidos por los medios de comunicación, hagan más humos, que al volear para ellos el incensario de la fama, los aletarguen en sus sueños por el poder, objetivo buscado para satisfacer ambiciones personales, nunca para aliviar las necesidades del pueblo.

Ve uno gobiernos humillados, plañendo hablar con quienes no quieren dialogar; llamando a quienes no les interesa hacer presencia, o que la hacen con toda la displicencia, como la de aquel negociador de hace años que aparecía en los videos aprovechando las horas de los diálogos para cortarse o limpiarse las uñas con el cuchillo de monte. Gobiernos que exponen a funcionarios y a consejeros a las inseguridades y a la desidia de quienes encontraron en la lucha armada la agrupación organizada para el delito.

     Viendo todo esto, se hace actual aquella anécdota, que Plutarco narraba de Pirro y que, cierta o no, es bien interesante y hasta cobra actualidad:

      “Pirro preparaba la guerra contra los romanos y su amigo y consejero Cinea, le preguntó qué ventaja podía esperar de aquella guerra.

     ––Espero conquistar toda Italia.

     ––¿Y una vez conquistada Italia qué haremos?

     ––Conquistaremos Cartago y toda África.

     ––¿Y cuándo la hayamos conquistado qué pasará?

     ––Conquistaremos Grecia, Macedonia y todos los países del mundo.

     ––¿Y cuándo hayamos conquistado todo el mundo qué haremos?

     ––Entonces, viviremos en continua paz, felices, conversando agradablemente con los amigos.

     ––Bien ––concluyó Cinea––. ¿Y no podríamos empezar por esto que tú reservas para lo último?”

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Publicado enCuentos

Un comentario

  1. Isalia Villegas Isalia Villegas

    Excelente apreciación de este fenómeno mundial del cual no estamos exentos.
    Vivimos la eterna guerra porque mientras los actores armados saquen ventajas de toda índole.
    Y mientras los países claudiquen a favor de los tiranos.
    Oscuro panorama!
    Sin pensarlo caímos en la trampa.
    Saludos cordiales y mis deseos porque salgamos bien de este laberinto.

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