Qué vamos a hacer, pues; a las barahúndas que nos atosigan por estos días, se están cociendo otras más grandes y más populacheras. Ya están preparando los horarios y los lugares de concentración (que no los días porque van a ser todos los de la semana) para salir a marchar, a hacer tumultos y a obstaculizar las vías, escudándose en los tapa-rostros que tanto los protegen del sol y de que sepan quiénes son. Ya preparan los carteles ofensivos, sin la revisión semántica u ortográfica, porque la premura no admite correcciones. Volverán los mensajes de siempre: asesinos, ladrones, covidosos, farsantes, sidosos, prostáticos, incapaces, tardíos, homosexuales, blasfemos, hipócritas, traidores. Fuera de estos rótulos talvez no habrá ninguno nuevo, con ellos ha quedado dicho todo y deben repetirse.
Cómo que también saldrán a poner el pecho en las marchas todos los que han permanecido refugiados al frente de las pantallas de sus computadores, atizando las hogueras, armando las frases que se tragarían o que los harían llorar de arrepentimiento, si por ellas los llamaran a juicio por su tarea de impostores; irán los profesores y maestros con oropeles y todo, y, claro está, sus alumnos recién iniciados en lo de las protestas; veremos desfilar los cuasi loros que digieren exclusivamente todo lo negativo que otros escriben y que lo repiten en las copias puestas a circular por las redes y que no sorprenden ni gustan. Y volverán a salir los que no habían vuelto a recibir emolumentos, los vecinos, los del “bravo pueblo”, que han sido tan constantes en las montoneras cuando les pagan. Para todos ellos, la ocasión y el motivo amerita, ahora sí, de integrar la primera línea de cuerpo presente.
Vean lo que llevamos escrito, y todavía no decimos el motivo por el que se originarán los nuevos gritos ( es pavoroso e injusto lo que se avecina para ellos). Es que, en el Congreso de la República, están aprobando la nueva ley que modifica, reduce, el número de las horas laborables. Eso es atroz, abominable, insensato, iniciativa imperialista, como que fue impulsada por quien dicen es un esbirro de los capitalistas. Seguramente la atacarán hasta descuajarla.
Siendo así las cosas es horrendo lo que sigue, la destrucción y el caos que nos espera. Que Dios nos lleve de su santa mano.