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UNA ANÉCDOTA DE DON ARGEMIRO

En nuestro gran pueblo, Yarumal, se han sucedido en todos los tiempos personajes que en los momentos de sus actuaciones rutinarias aportaron un material buenísimo a la crónica picaresca. Con ello han alimentado lo que nos tocó, una herencia de anécdotas que, al descubrirlas y conocerlas, ingresan al inventario tipológico de nuestra raza.

De don Argemiro Fernández, comerciante que fue lleno de méritos, acumularon quienes lo conocieron, una buena cantidad de comentarios de todo tipo que quedaron adheridos al recuerdo de su personalidad única y transparente.

Era la época en que los velorios de los difuntos solían celebrarse en la sala de las casas y la visita se hacía allí con el rigor solidario obligado por la amistad. Llegó don Argemiro a uno de esos eventos y en la puerta de la casa, se encontró con alguno de los dolientes cercanos. El señor Fernández estaba como desprevenido, sin palabras; víctima de la sorpresa hizo una frase rápida (poco afortunada), solo acató a decirle: “¡conque de mucho muerto, no…!”  

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Publicado enCuentos